Autor: Jesús Sáez Martínez
Título del libro: Entre amores y añoranzas. Armonías Burebanas (2002)
Envía: El autor
Recibido: 03/05/2012
Dedicatoria: En San Miguel están mis ancestros, mis raíces maternas. Quiero rendir homenaje de admiración y cariño a mi querida abuela Dolores y a mis tíos Pablo y Bienve, Felisa y Florencio, Filomena y Francisco ”Piche” y Eli, todos ya fallecidos. También al entorno de familiares y amigos con los que tuve la suerte de convivir en San Miguel en los lejanos años de la guerra del 36 y de los primeros de la década de los años 40. Me complace especialmente recordar cómo eran entonces las cosas que hoy ya no son. Ojalá que aquellos que las vivieron disfruten con su recuerdo y con la emoción de volverlas a sentir. De mi libro "Entre Amores y Añoranzas"
A mi abuela Dolores
Recuerdos de San Miguel,
ternura y mimo de abuela
que me canta cuando duermo
y cuando lloro me besa.
Suplencia activa de madre
con destellos de maestra.
Dicen que fue buena moza
y muy guapa, yo quisiera
recordarla como siempre
fue conmigo, la más buena.
Mi habitación
Sábanas frías de lino,
altísima cama llena
de enormes muelles redondos.
El duro jergón de espesa
borra apelmazada. Hierro
en el cabezal con piezas
de latón. Para subirme
uso la media fanega.
Alto ventanillo alegre
que miras hacia las huertas
y a la cuesta de Linares.
Parra que asoma y que trepa
desde el huerto hasta el tejado.
Y tras la densa chopera
siento correr el Tirón,
-rumor de noche serena-,
el de truchas plateadas
y de doradas lampreas,
el de los cantos rodados,
el de las aguas inquietas
y de profundos remansos,
Barrala, ¿qué me recuerdas?
La cocina
Qué grande la chimenea
de campana, con los poyos
a los lados. La cadena,
sujeta sobre la trébede
el cobre de la caldera.
Junto a la lumbre y las brasas
el puchero y la cazuela.
Y los chorizos ahumados
y el tocino de panceta
adobado, con la cinta
de lomo embuchado cuelgan
tras la matanza y los fríos
de San Martín. ¡Qué fiesta!
El horno
Cernida harina de nieve
amasada en la gamella.
Olor caliente de hogaza
cocida en horno de leña
de carrascas y de encinas
apilada en la leñera.
Y en cada hornada ilusión
de niño imperecedera,
yo modelo mi paloma
con alas, cola y cabeza
y la coloco en la pala
para que el horno la cueza.
Cuando la hornada ya huele
a pan fresco, qué impaciencia,
por poseer mi paloma,
mi paloma que no vuela.
Mi cabrita
Leche caliente de cabra
ordeñada por mi abuela.
Dos finos chorros alternos
desde las ubres repletas
al pucherillo de barro.
Cómo se revuelve inquieta,
yo a duras penas sujeto
por los cuernos a "lucera".
Cuando la leche se cuece
qué nata sale, qué espesa,
qué rebanadas de hogaza,
con azúcar, qué merienda.
Hasta Valdeles bajaba
con el hocete y la cuerda
por un manojo de olmizos,
el manjar de mi "lucera".
El Tormantero
Ha llegado el Tormantero.
Es novedad, casi fiesta.
Es un suceso importante,
es el mercado que llega
bajo el toldo de ese carro
que pasa cada quincena.
Telas, quincalla, vino,
aceite, velas, galletas,
chocolate... maravilla:
hoy trae sardinas frescas.
Cuando se va el Tormantero
su carromato se lleva
ilusiones no compradas,
por caras. La gente humilde
no dispone de pesetas.
Adiós quincallero, vuelve
pronto, San Miguel te espera.