El "Jueves de Todos" era una fiesta eminentemente infantil y tenía lugar el jueves anterior al miércoles de ceniza. Esta costumbre estaba muy arraigada en San Miguel y los mayores cuentan que ellos lo habían heredado de sus padres y estos a su vez de los suyos.
Hasta hace escasos años el "Jueves de Todos" se celebraba en muchos pueblos de la geografía española y, según la zona, recibía distintos nombres: Jueves Lardero, Día de la tortilla, Día de la mona,…
La fiesta consistía en que los niños en edad escolar salían por la mañana de la escuela y recorrían el pueblo, acompañados del maestro o la maestra. Iban de casa en casa cantando canciones y pidiendo limosna y comida.
«Ángeles somos, del cielo venimos,
cestas traemos, huevos pedimos
para Jesucristo, que viene de camino,
y Nuestra Señora, que viene sentada
en la silla dorada,
lavando los paños en agua rosada.
Jueves en la cena, Viernes en la Cruz,
Sábado de Pascua resucitó el Niño Jesús.
Dadnos una limosna que por ella se alcanza
de Jesús y de María la buena venturanza.»
Según la generosidad de los vecinos, les cantaban distintas estrofas.
Si en una casa eran generosos y se estiraban, les cantaban:
«Esta casa es un palacio,
la señora es una reina
porque nos ha dado limosna
a los niños de la escuela.»
Si, por el contrario, no les daban nada o menos de lo que esperaban, les cantaban esta otra:
«Esta casa es una cueva
la mujer es una cerda
que no ha dado una limosna
a los chicos de la escuela.»
Por la tarde se preparaba una merienda con todo lo recogido y que básicamente consistía en una tortilla de patatas con chorizo, tocino, huevos y un porrón de vino.