Hoy es la fiesta de San Miguel de las Heladas, una fiesta distinta: sin misa, sin procesión, sin sesión vermouth, sin comida vecinal, sin la partida de cartas,...
San Miguel de Pedroso está casi vacío, apenas hay 3 o 4 personas más que en los meses más duros del invierno, pero da igual, esta fiesta la celebramos aquí y en las redes mientras esperamos que pase pronto esta pandemia.
¡Viva San Miguel de las Heladas!!
In memoriam ELEUTERIA GARRIDO DE HERNANDO
29 de abril de 2020
Querida familia Hernando Garrido:
Son muchos los sentimientos encontrados que tengo en estos momentos ante la muerte, siempre dolorosa, aunque previsible. Los afectos no mueren y como creyentes tenemos que darles el sentido trascendente de esperanza y agradecimiento. Como nos dice el Apocalipsis, “bienaventurados los difuntos que mueren en el Señor. Descansarán de sus trabajos, porque sus obras los acompañan” (14,13).
Creedme, siento la desaparición de vuestra madre y hermana como si fuera la mía, porque admiré en ella las virtudes de la gente sencilla, maestra de vida con el ejemplo, contemplativa alegre de todo lo que venía a su encuentro. No es virtud corriente encontrarse con personas que todo lo ven bajo el prisma de lo bello y disfrutarlo con la serenidad de quien no quiere poseer sino dar. No os imagináis las veces que la he nombrado, unas veces con su nombre y otras sin referencia concreta, en charlas y homilías. Es lo que hace falta en el mundo de hoy, sin pausa y sin prisas, tejer vidas para el servicio, y nunca mejor dicho por lo que sois y dais.
Hoy he tenido en mi mente la foto en la que aparecemos juntos en la revista Orar. Es el mejor retrato de su mirada y su sonrisa. Los ratos en San Miguel tan cargados de recuerdos, de sacrificios y de amores para ella; y en el piso burgalés, con la vista cercana de la iglesia que la invitaba perennemente a la oración.
Muchas más son las vivencias de vosotros, pues dar gracias a Dios por haberla podido disfrutar durante tantos años, es un regalo del Señor. “Sólo el amor es el que da valor a todas las cosas”, y esta máxima de Teresa la grande la vivió y practicó a lo largo de su existencia. Para consuelo vuestro, las llamadas que hoy recibido de quienes la conocieron, sacerdotes y laicos, están llenas de la ternura cercana de quien tocaba a su puerta.
En medio de esta pandemia no poder rendirle el homenaje cristiano que hubiéramos deseado, no es óbice para que en el silencio del corazón, las lágrimas y la ausencia se vuelvan cantos sonoros que, como suave bálsamo suban hasta el cielo como suave olor para que descienda la misericordia del Señor sobre todos vosotros.
En el día de su partida, tal vez, mientras trasladaban su cadáver al tanatorio, celebré la eucaristía, sin fieles, pero con la seguridad de estar unido a vosotros, en la oración y el afecto. “Quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta”. San Miguel le abrió las puertas del paraíso, y la dulce María la llevó a la presencia de la Trinidad para cantar eternamente las misericordias del Señor.
Descanse en paz, y para todos vosotros, mi más profundo y sincero agradecimiento por haberla conocido y compartido tantos momentos felices. Le celebraré el novenario de misas juntamente con el presbiterio merideño que a través de Fausti, os expresan su cercanía y oración.
Os quiere +Baltazar
Nota: Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo, Cardenal y Arzobispo Metropolitano de Mérida (Venezuela), pasó unas vacaciones en San Miguel de Pedroso y nos dejó un pequeño artículo para la web: 'El Puente del Diablo (La crónica menor)".
En la tarde de ayer, 29 de abril, falleció en su casa de Burgos Eleuteria Garrido Garrido, a los 96 años de edad.
Debido a la situación que estamos atravesando, a causa del confinamiento por el Covid-19, no se va a celebrar el funeral público. En verano habrá una misa en San Miguel de Pedroso por el eterno descanso de su alma.
Elu, te echaremos de menos en San Miguel. Descansa en paz.
Nuestro más sentido pésame a sus hijos: Ascen, Aurelio, Fausti y Mari Lali y demás familia
Hoy, 24 de abril, se cumplen 1.261 años desde que el rey Fruela I de Asturias y el obispo Valentín de Auca llegaron al lugar de Pedroso para asistir a la fundación del monasterio de monjas de San Miguel y la bendición de Nunna Bella como primera abadesa del nuevo monasterio.